Los días 16 y 17 del mes de abril pasado se reunía en
W
ashington la asa
m
blea semestral del Fondo Monetario
internacional (FMI). Los ministros de Finanzas de 182
países que componen ese órgano del capitalis
m
o
m
undial
necesitaron en ambas jornadas la intervención de la
policía
,
que hizo uso de la fuerza y deb recurrir a gases
lacri
m
ógenos
,
para disolver una concentración de
m
ás de
10.000
m
anifestantes que i
m
pedían el acceso de las dele-
gaciones a la sede del Banco Mundial. Se trataba de una
airada protesta contra el proceso de globalización eco
-
m
ica que está causando la
m
ayor desigualdad social de
toda la historia humana: el 80 por ciento de la población
m
undial se va e
m
pobreciendo paulatina
m
ente mientras
crecen los ingresos y el nivel de vida del 20 por ciento
restante
. L
as diferencias entre los sectores econó
m
icos
aumentan sin cesar. Tal mundialización se puede definir
como el desmantelamiento de todas las protecciones,
desencadenador de la guerra de todos contra todos
.
M
undialización sin trabas
,
de la econo
m
ía sin control
,
un
capitalis
m
o internacional sometido por completo a las
leyes del mercado, sin trabas estatales de ningún tipo.
S
i bien las fuerzas políticas que avalan esa situa
-
ción
económica siguen gozando de la confianza y el apoyo de
amplias capas de la población, como lo evidenciaron, por
eje
m
plo, las últimas elecciones en nuestro país (España va
bien, según dicen), crece sin embargo el descontento y la
protesta de los que van comprendiendo el curso que están
tomando las cosas en el mundo. En una encuesta re-
alizada en Francia hace tres años se le preguntaba a los
ciudadanos
C
uando piensa en el siste
m
a econó
m
ico tal co
m
o
funciona actual
m
ente
, ¿
qle sugiere
?
lo un
17%
respona
esperanza, y un 8% indiferencia; el 41% respondía que le
inspiraba
m
iedo y el
31%
rebelión
. D
esde entonces los signos
inspiradores de rechazo de este sistema van adquiriendo
un carácter tan mundial y global como el propio sistema a
medida que se ahonda el foso entre los ricos que cada vez
son menos pero son cada vez más ricos y los pobres que
cada vez son más y son cada vez más pobres.
S
e produce un creciente cierre sobre
m
is
m
as de las élites
y su progresiva
sobre
-
elitización
. P
ara los ricos se cons-
truyen suburbios, incluso pequeñas ciudades a
m
uralladas y
herméticamente cerradas, que incluyen escuelas privadas,
tiendas
,
clubs deportivos
, m
édicos
...
que les permiten vivir
seguros en un mundo cada vez s inseguro para ellos y
que les garantice el privilegio de evitar el menor contacto
físico con los desposeídos de la tierra. Se está formando
una auténtica sociedad de castas, con separaciones so-
ciales rígidas entre los ricos y los demás.
Este fenómeno de la doble segregación (unos hacia arriba,
muchos hacia abajo) es una consecuencia de la economía
neoliberal. La competitividad exige rentabilidad,
reducción del precio del trabajo y despidos, lo que
ocasiona paro, pobreza y exclusión. Así llevamos quince
años de ascenso constante de las rentas del capital y
descenso de las rentas del trabajo. En los países
industrializados se hizo aumentar el paro con la
importación masiva de mano de obra barata. Después ya
no fue necesario eso sino que se pudieron importar
directamente productos elaborados en países más
atrasados y con mano de obra barata. Luego vino la
libertad de circulación de capital que permitió hacer las
inversiones y trasladar las fábricas a esas zonas con
trabajadores mal pagados. Finalmente con la más absoluta
libertad de circulación de capitales toda la tierra produce
parados, tirando los salarios hacia abajo, y hacia arriba los
beneficios del capital.
La ausencia de mercados de salida provoca el retroceso
de la actividad económica y la continuación del descenso
de los precios y los salarios. Mientras, la marginación se
extiende produciendo capas sociales que hoy se deno
m
inan
excluidos, zarandeadas entre la delincuencia, la asistencia
social y la extinción pura y simple. Se multiplican los
conflictos, las formas criminales de actividad económica:
tfico de drogas
,
de armas, nuevas formas de esclavitud...
Se disparan los movimientos migratorios que implican
varias decenas de millones a escala mundial y sigue en
aumento. Millones de parados y precarios, un poder de
compra estancado y en descenso para determinadas cate-
gorías
;
desigualdades que au
m
entan
; miseria
que se instala;
una gran burguesía que do
m
ina
,
triunfal
,
ciega
,
i
m
placa-
ble
. E
ste triunfal-capitalismo o terror-capitalismo, sin
competidores, sin límite y sin freno, caracterizado por el
exacerbamiento de las desigualdades y la concentración
inaudita de los poderes económicos de decisión a escala
planetaria tiene su respaldo político a través de una elite
dirigente de la que se nutren todos los partidos políticos
con posibilidades reales de gobierno. Se ha llegado a una
situación en la que, vote lo que vote el pueblo (y eso en
los sitios donde puede votar), predomina siempre una
élite única, un pensamiento único y una política única. Un
pensamiento único que descalifica, de entrada, cualquier
crítica radical de la situación existente, y que se divulga a
través de los medios de comunicación concentrados en
muy pocas manos.
Los ministros de Finanzas participantes en las reuniones
del FMI son todos colegas en la tarea de esquilmar a los
pueblos en beneficio de la ciase dominante de los señores
de la tierra. El poder político queda y funciona como
subalterno en el terreno económico, mientras se van
suprimiendo las autonomías nacionales por el efecto de la
dictadura universal de los especuladores transformados en
acreedores.
U
n siste
m
a tal
,
cuya principal
m
anifestación es la generación
y agravamiento de las desigualdades, necesariamente ha
de producir efectos más sangrantes en las áreas menos
favorecidas del planeta
;
la
m
undialización capitalista tiene
consecuencias dra
m
áticas
,
para algunos pueblos
. L
os países
del Sur son los más golpeados. África está en peligro.
Europa del Este y toda Asia resultan dañadas. Miles de
millones de seres humanos están expuestos a las peores
inseguridades: paro, precariedad, miseria, grandiosas des-
igualdades, epide
m
ias y ha
m
bre
,
desastres ecológicos
,
explo
-
tación infantil, violencia, desplaza
m
ientos forzosos y
m
igra
-
ciones de poblaciones, presiones nacionalistas, racistas y
xenófobas, integrismos... Muchos de esos países vieron
arruinada su agricultura tradicional precisamente por
seguir las directrices del FMI. Las élites de los regímenes
neoliberales devastan las comunidades mediante olas de
importaciones baratas, pagos incrementados de la deuda
privatizaciones en la industria, la agricultura y los
servicios, abolición de la legislación laboral... incluso en
las zonas más desarrolladas del planeta aparece un
cuarto mundo, el de las bolsas de pobreza absoluta.
Porque, más allá de la explotación de los hombres, ya hay
algo peor: la ausencia de explotación, la que sufre la masa
creciente de desgraciados cuyo trabajo ni siquiera es
necesario y útil para el capitalismo.
Pero la verdadera medida del grado de sometimiento de
gran parte de la humanidad a los grupos dominantes que
la oprimen viene dada por el hecho lamentable de que la
población sometida, explotada y marginada está también
enganchada ideológicamente a sus opresores; asume y
comparte sus valores y sus esquemas mentales. Reina la
indiferencia de la población en relación a la situación
descrita
,
las
m
asas ya no reivindican
. M
uchos pobres no son
capaces de pensar y de soñar la vida si no es en los ca
m
inos
que dicta la economía. El problema está en nosotros, en
nuestras mentes. La liberación debe darse en el ámbito
mundial, pero debe empezar por la propia mente de los
explotados
. L
as condiciones para la liberación irán
m
adurando
a medida que los pueblos vayan comprendiendo que ésta
pasa por la destrucción del orden capitalista imperante y
su sustitución por la acción protagonista y responsable,
hoy inhibida, de los propios pueblos. Pues nada es tan
movilizador como el pensamiento libre; no hay actividad
más subversiva, ni más temida. De ahí la lucha ideológica
llevada a cabo insidiosamente en nuestros días, más que
nunca, contra el pensamiento, contra la capacidad de
pensar. A los hombres no los limitan más que sus
opiniones; sin opinión no hay acción.
F. Castaño Mayo - 2000